jueves, 28 de julio de 2011

La mayor


Sucede que a veces las canciones toman su propio rumbo sin que uno tenga ningún tipo de control sobre ese viaje.
He tenido la suerte de experimentar esa sensación muchas veces.
Desde cuando Baglietto decidió grabar La música me ayuda o Fito quiso incluir en su primer disco Rojo como un corazón.
También Esperando por ti tomó su camino sin avisarme, cuando empezó a formar parte del aliento de algunas hinchadas de fútbol. O cuando Estoy hablando de ella se fue para Colombia y la tuve que ir a buscar personalmente porque no se quería volver.
Eso es lo que tienen las canciones. Hacen sus propios planes. Como también por supuesto, a muchas otras, las he vestido, arreglado y hasta tramitado su pasaporte, pero decidieron quedarse al lado mío para siempre.
A todas las quiero igual. A las viajeras y a las que les gusta quedarse en casa. Todas forman parte de lo que soy y lo que fui, artísticamente hablando.
Y sucede, que una canción que ya tiene su tiempo, quiso volver a dar un par de vueltas. Y entonces la ayudé un poco. En estos tiempos hipercomunicados, las canciones toman un nuevo aire cuando están acompañadas de imágenes. Termina siendo otro lenguaje, pero viene bien de vez en cuando, hacerse amigo de ese lenguaje.
Hoy, Mundo divino tiene su video. Una idea sencilla pero compleja.
Siguiendo a la letra en varios momentos, con algunas interpretaciones exageradas de ciertas palabras o hasta insertando algo de humor en el significado, e incluso algunas, de manera literal.
En pocos días se estrena en un canal de música de alcance nacional.
Vamos a ver cómo le va en el viaje.
Igual, si vuelve enseguida con ganas de tomar unos mates conmigo, pongo el agua, agarro la guitarra que tenga a mano, y la recibo con un sencillo pero efectivo La Mayor.


miércoles, 20 de julio de 2011

Día del amigo


Hoy seguramente todos intercambiaremos deseos de un feliz día con amigos. Con los de siempre, tal vez compartamos también alguna copa, alguna comida y sobre todo un buen momento. Pero con estos nuevos amigos de pantalla, más que nada será un texto, tal vez en mayúscula y con signos de admiración, algún dibujo o foto alusiva a este día que aparentemente nació pensando en la llegada del hombre a la luna.
Quería sumarme a estos deseos virtuales, pero con algo distinto, y pensando justamente en lo del "día feliz" que seguramente nos vamos a desear.
Entonces pensé en compartir un día feliz.
Y siguiendo con la lógica de esta comunicación facebuqueana que tengo con ustedes, este día feliz que quiero compartir no se va a tratar de los verdaderos días felices. Los del amor, de la familia y de los abrazos. De esos no. Por la misma razón de que aquí no hay ninguna foto familiar ni comentario que tenga que ver con mi vida "real".
Aquí escribe el músico, el fotógrafo aprendiz, el que comparte cosas y disfruta leyendo comentarios de gente que no conoce pero que a veces le demuestran tanto cariño que dan ganas de conocerlos.
Por eso les voy a contar una historia cortita que viene acompañada de una canción. Porque todo esto pasó un día "musicalmente feliz".
Entonces este deseo de Feliz día, viene acompañado de un regalo. Una canción y una historia musical que me pasó hace un tiempo. Aquí va.

Conozco a Adrián Abonizio hace mucho, hemos compartido lugares, comidas, viajes, escenarios, alguna grabación junto al maestro Cardone produciendo una versión de En tierra firme, en fin, la vida nos ha cruzado en muchas oportunidades. Pero nunca habíamos hecho una canción juntos.
Una noche recibo un mail de Adrián. Y como todos los mails que escribe, son casi un cuento, tienen mucho humor, y hay que esperar hasta el final para ver si es en serio o en joda. Este era en serio. Decía algo así como: "Mirá, tengo unas letras. Sin obligaciones, ni objetivos concretos y menos aún compromisos, te interesa que te los mande y les pones música ?… Si no sale nada, listo. Lo dejamos, y a otra cosa…"
Le contesté enseguida que sí, cerré la compu y me fui a dormir.
Al día siguiente me desperté, abrí el correo, y había otro mail de Adrián. Tenía un adjunto. Un archivo de word que se llamaba ¨Un capullo de obsidiana.doc¨.
No sabía lo que significaba la palabra obsidiana, pero al instante, casi mágicamente, tarareé esas cuatro palabras con una melodía que no dejaba dudas. Todavía no había abierto el archivo y ya había una melodía... Eran las 10 de la mañana. Terminé de leer el mail. Ahí me explicaba que obsidiana era una piedra y me contaba un poco la historia. Abrí el archivo y fui al piano. Esa melodía de 8 notas me fue llevando a recorrer la letra casi de punta a punta. La grabo para no olvidarme, retoco algunas cosas y voy al estribillo. Todo seguía fluyendo como un río de notas encontrándose con el río de palabras que me había mandado Adrián y se iban transformando en un sólo río.
Resumo para no hacerla tan larga. A las 6 de la tarde de ese mismo día estaba haciendo click en el botón enviar del gmail. A esa hora le mandé el boceto a Adrián para ver qué le parecía. Era este mismo archivo que hoy comparto con ustedes. Tal cual, sin corregir nada, como salió ese día. Un rítmito, un piano, un bajo arriba, algunas guitarras y a cantar. Es muy raro cantar algo por primera vez y después de un tiempo escuchar esa versión. Pero igual tiene lo suyo. Aquí está. Un auténtico boceto que hoy comparto con ustedes.
Creo que nunca antes me había pasado algo así. Una especie de ataque creativo súbito.
A Adrián le encantó. Creo que tanto como a mí su letra, que en el estribillo se transforma en un "Abonizio auténtico", que dice, porque a veces matamos lo que amamos, y otras veces amamos lo que muere...
Seguramente algún día lo grabaremos juntos. O no...
Pero nada cambiará lo que fue ese extraño y extremadamente creativo día.
Fue un día feliz. Al menos musicalmente, feliz.

Feliz día del amigo para todos.