domingo, 31 de enero de 2010

Revelaciones. La historia de una foto.

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Una nota que me invitaron a escribir hace unos años para los fascículos que salieron en el diario La Capital de Rosario, acerca de La Trova Rosarina.
La colección se llamaba “La Rosa Trovarina”. El nombre fue idea de Adrián Abonizio, que también estuvo a cargo de la coordinación general junto a Juan Aguzzi. El diseño de la colección fue de Mauricio Chiaraviglo.

Aquí va. Revelaciones. (La historia de una foto)

Hacía muy poco que tenía mi Canon ATI. Desde siempre me había gustado la fotografía, y finalmente tenía una reflex en la mano. Esa mañana había comprado un rollo de 400 asas. Blanco y negro.

No sé como, pero un día en la sala de ensayo, hablando de las fotos, me había ofrecido a hacerlas. No me acuerdo bien adónde fuimos, pero sé que esa tarde disparé el rollo entero.
Me encantaba ir a los ensayos en la calle Cochabamba. Sonaba bárbaro y se trabajaba de una manera poco usual. Rubén con su viola haciendo arreglos súper interesantes, a contrapunto, creando climas. El Muerto Sainz y una base potente, el Zappo Aguilera con sus percusiones. Fito empezaba a mostrar algo de lo que después todos conocerían, y Silvina tenía el color de voz exacto para que con Juan formaran un combo perfecto.

Lamento no haber sacado más fotos de esos momentos. Porque la memoria a veces se diluye y se confunde. Pero recuerdo que los rollos de 400 no eran baratos. Y revelarlos menos.

Pero igual esa tarde saqué las treinta y seis fotos. Todos ya estaban un poco aburridos. En esa época hablar de una “sesión de fotos" era casi impensable. Entonces sobrellevaban el momento contando boludeces y riéndose de pavadas. Como chicos. Pero después de un rato, para alegría de todos, terminamos.

Cuando en la pieza de la casa de mis viejos hice los contactos (copias chiquitas de las fotos), empecé a verlas con la lupa y una en particular me atrapó.

Tenía un error, pero también tenía algo de esa energía que aparecía en la sala cuando tocaban. La amplié en 10x15, la sequé en el baño y la miré bien. Esa era la foto. Aunque el Zappo Aguilera se había corrido de su lugar justo en esa 1/125 fracción de segundo. Y no había Photoshop. Perdón Zappo. ..

Pero esa foto tenía algo que me atrapaba. Fito ya estaba con ganas de terminar, pero mantenía el humor. El Muerto, estaba sonriente, seguramente riéndose de algo que había dicho Rubén, pero sin perder la cara de *foto de Bariloche". Silvina también lo estaba mirando, con esa sonrisa que yo conocía desde hace tiempo, desde la época que escuchábamos a Joni Mitchell y tratábamos de sacar canciones de Spinetta.

El único que seguía manteniendo la mirada fija en la lente de la cámara, era Juan. Pero enseguida vi que en realidad no estaba mirando la lente. Estaba mirando mucho más allá.
Juan estaba mirando a toda la gente que, poco tiempo después, iba a conmover cada vez que pisara un escenario.

Él estaba convencido de lo que iba a venir. Ese es para mí Juan Carlos Baglietto. El que no mira a una lente ni le canta a un micrófono. El que sube a cantar con tanta polenta, que si no hay escenario, lo construye. Ese es Juan. Que aunque no pueda decir que soy su amigo, lo admiro y lo quiero de verdad.

Muchas veces me pasa que vuelvo de vacaciones y, cuando vemos las fotos, los amigos me preguntan si realmente fui. Porque no salgo en ninguna. Sin embargo, yo siento lo contrario. Cada foto que vuelvo a ver me lleva a ese lugar, al lugar exacto donde yo estaba parado, y a lo que se veía desde ese lugar: Y en deflnitiva, si me paré ahí, era porque en ese instante me parecía el mejor lugar.

Después de esa foto pasaron muchas cosas. La alegría y la emoción de que Juan grabara un tema mío. Lo increíble que fue, un tiempo después de esa foto, apoyar la púa en un vinilo y escuchar “La música me ayuda” y “Los días por vivir" cantadas por él. Después también vinieron los 10 años maravillosos que pasé disfrutando y aprendiendo en la banda de Fito. Recuerdo también la producción en El Cielito del disco Profano, de mi amigo Rubén Goldin, que hicimos junto al querido Néstor Raschia. La sorpresa de que Lalo grabara la primera canción que yo había cantado como invitado en un recital de Baglietto. La producción junto al maestro Claudio Cardone de En tierra firme; donde pude trabajar por primera vez con Adrián Abonizio. Y todas las canciones y momentos que por suerte me siguen acompañando hasta hoy.

Me siento orgulloso de haber sacado esa foto y de haber estado parado en ese lugar y en ese momento, mirando a través de la lente a gente que quiero mucho, que admiro y con la que tuve la suerte de compartir grandes momentos de mi vida.

Y también estoy muy orgulloso de que algunas notas, algunas palabras y algunos acordes, que nacieron después de esa foto, formen parte de esta historia.

2 comentarios:

  1. que lindo encontrarte aca... y que lindo leerte...
    de vez en cuando me llegan noticias tuyas por diferentes lados, y siempre es una alegria inmensa.
    un beso gigante,

    sabrina

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  2. Me hubiera gustado hablar personalmente con vos, pero se da de esta manera, el destino sabrá porqué. Siempre me pregunté sobre esta foto y si habria mas de ese día porque la memoria falla en estos casos. Aprovecho para decirte que estas perdonado querido Fabian, lo importante no es la cara sino el alma y como vos bien decis, ahi estaba, en ese momento algo sucedió que estalló mas adelante en el tiempo.
    Bueno Fabian, por si te interesa te dejo la direccion de mi blog y un abrazo, zapo.

    www.zapoaguilera.blogspot.com

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